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Texto curatorial

Por Alberto Rivera de la Puente

En ninguna otra cuestión se puede determinar una responsabilidad tan compartida como la de la más que probable destrucción de nuestro planeta tal como lo conocemos. Responsabilidad que es infinitamente mayor en los habitantes del mal llamado “mundo desarrollado”, e incluso es evidente que en ese primer mundo la responsabilidad es asimétrica si hablamos de grandes corporaciones o de individuos particulares. Pero solo desde el reconocimiento de la parte de culpa de cada uno de nosotros o nosotras, podemos dar forma a la tibia esperanza de revertir parte del daño causado.

Pero el tiempo se acaba, la comunidad científica afirma que, ante un supuesto reloj del fin del mundo, estamos a 50 segundos de la media noche, la cual marca el apocalipsis de la vida humana en el planeta tierra. Lo que podamos hacer lo tenemos que hacer ya o los efectos serán en breve irreversibles

 Estos son los tres conceptos en los que se sustenta la obra que hemos creado: las manos que representan la responsabilidad compartida en el daño, pero también son la metáfora de la fuerza reparadora que emana de la corresponsabilidad social de todos y todas. El segundo concepto se sustenta en la imagen del propio planeta, que es sometido a la fuerza de la depredación humana hasta rasgarse pero que igualmente es sanado con la fuerza de la colaboración y el compromiso. Y por último el reloj que nos recuerda que es esta una carrera contra el tiempo y que este es cada vez más limitado.

El espíritu creativo que ha inspirado esta serie de fotografías ha nacido de un grupo heterogéneo. La diversidad generacional, la diversidad de género, las diferencias en las motivaciones que nos han llevado a acercarnos a esta propuesta formativa, no han hecho sino enriquecer una mirada que ha evolucionado de lo individual a lo colectivo.

El resultado final es fruto de un proceso que nos ha llevado desde lo particular a lo general y después a un camino de regreso a la globalidad compartida. Un viaje que solo ha aterrizado en la necesidad de la aplicación técnica cuando la idea nacida del grupo estaba madura para ser plasmada en la serie de imágenes que te ofrecemos.

Si la contemplación de las imágenes te hace sentir que todos y todas somos actores y actrices necesarias en este drama que atenaza a nuestro planeta, y que tan solo con el compromiso de corresponsabilidad de toda la ciudadanía es posible revertir el daño. Si te hemos hecho sentir angustia al ver el orbe rasgado y paz al ver el poder sanador en la metáfora del abrazo de nuestras manos. Entonces, la fuerza que ha nacido del trabajo colaborativo del grupo, no se habrá generado en vano.