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Planeta Nalca

Reflexiones sobre el taller de Fotografía del Patrimonio Natural

Por Pablo Campillay Gálvez y Verónica Díaz Cárdenas

Planeta Nalca, nuestro proyecto de foto-naturaleza, es producto de una metodología artística de quehacer colectivo y de una pedagogía del aprender haciendo: mano con mano, ojo con ojo, corazón con corazón.

Sesión tras sesión, foto a foto, realizamos una borradura del ego individual para construir un proyecto-nosotros que, lejos de buscar protagonismo, nos convirtió en espectadores de la maravilla de la naturaleza.

Es así que nos convertimos en “nalcanautas”. A través del aprendizaje y uso de la técnica fotográfica (uso del macro, el aislamiento, el acercamiento, la perspectiva y otros), nos volvimos viajeros de todo un cosmos vegetal.  Exploradores de una geografía del bosque, de hierbas gigantes, cuyos tallos y hojas nos ofrecían nuevos horizontes de ensueño.

Viajamos al corazón del paisaje chilote para encontrarnos con la nalca, señora y protagonista del paisaje; patrimonio natural y cultural de la Isla.

En este Planeta Nalca pudimos reconocer el paisaje en el paisaje: los valles, montes, volcanes, islas y archipiélagos, arroyos y otras tantas geografías ocultas o sugeridas entre sus enromes hojas, peculiares flores y dentados tallos, los que excitaron nuestra curiosidad, nutrieron nuestra imaginación y produjeron total asombro en nuestros corazones.

La nalca, que por presente muchas veces se nos vuelve obvia, nos enseñó a contemplar la naturaleza y el mundo desde una mirada inédita y una perspectiva vegetal. Nos hizo recordar que este mundo es más vegetal que humano, y que somos solo huéspedes ingratos, actores de reparto en la gran trama de la vida.

Al acercarnos a ella, reconocimos que este planeta azul es un mundo verde, moldeado desde el origen por las plantas y sustentado día con día por ellas. Que nuestros tardíos relatos de génesis y conquista del mundo son solo alardes fatuos e insipientes, egoístas y sesgados.

De ahí que Planeta Nalca sea una invitación no solo a imaginar, sino a re-conocer. Reconocer que nuestro planeta posee millones de sujetos que son tan protagonistas como nosotros de esta gran y hermosa historia terrestre. Que en todos nosotros (animales y plantas, elementos y materias) hay un relato único y colectivo; que si somos “uno” no es porque seamos únicos, sino porque somos “todos”: todos nosotros.

Así mismo, significativo es hacer ver que cada una de estas fotografías cuenta muchas historias, pues poseen una autoría colectiva. Tal vez ni siquiera tenga autor posible, pues la nalca no ha sido para nosotros un objeto o un algo. Si hay un autor o protagonista es ella. Ella se nos ha presentado, mostrado y revelado en toda su maravilla y secreto, toda vez que nosotros hemos sido capaces de tendernos bajo o ante sus hojas y tallos.

Toda vez que hemos sabido tener paciencia y fe en que la fotografía nos revele su secreto, que nos permitiese alcanzar el regalo de su presencia. Así como la protagonista y autora de estas fotografías es la nalca, las protagonistas y creadoras de este mundo son las plantas.

El gesto técnico del macro, por ejemplo, nos obligaba a estar hincados o postrados, como en humilde oración ante una diosa prehistórica, ante una deidad antediluviana. Es entonces que la técnica y el arte nos reveló nuestro lugar en el mundo. Nos hizo caer en cuenta del dominio total de lo vegetal ante nosotros y de nuestro humilde lugar en el mundo.

En este sentido hemos propuesto Planeta Nalca, pues ha sido intencionado no tanto para imaginar sino para reconocer. No tanto para visualizar mundos posibles sino para re-presentar las posibilidades de este mismo mundo. Un mundo hecho, como hemos dicho, a imagen y semejanza de las plantas. Del mismo modo como nuestro paisaje natural y cultural chilote es a imagen y semejanza de las nalcas.

Hemos ideado y producido una narrativa vegetal, una cosmogonía de la hierba, un planeta nalca que nos cautiva con su profunda belleza y misterio, que nos sustrae hasta un punto interior donde se nos revela una verdad y una responsabilidad con el mundo. En esta historia, nosotros, como actores de reparto, debemos procurar ser justos con nuestro rol en la trama.

Esperamos que nuestro Planeta Nalca les convierta también en Nalcanautas: los lleve, como a nosotros, a sacudir la mirada, a despejar los velos y las sombras, es decir, a asombrarse y echar raíces y florecer en esta historia.

A entender que todo lo que hay y lo que somos es gracias a que vivimos en un mundo verde, a la sombra de las hojas y las flores.

De que vivimos en un Planeta Nalca.