Paisajes bioculturales y naturales de Chiloé desde una mirada pictorialista
Reflexiones del taller de Fotografía de Paisajes
Por Bernardita Caro y Verónica Díaz
Los participantes del taller de “Fotografía de paisajes: retratando el paisaje biocultural y natural de Chiloé” nos reconocemos como personas que se sienten cercanos y cercanas a la singular naturaleza y cultura de nuestro Archipiélago de Chiloé, la valoramos y nos gusta la fotografía.
El grupo está formado por chilotes y chilotas, y personas que han decidido vivir en el territorio, las cuales habitamos en distintos lugares de nuestra hermosa provincia. Hay entre nosotros y nosotras trabajadores en organizaciones sociales, grupos comunitarios, artesanos y artesanas, cultores, artistas plásticos, emprendedores y emprendedoras, guías turísticas, paisajistas, entre otras, o sea personas vinculadas a divulgar el patrimonio cultural de Chiloé.
Hablando de fotografía, en esta diversidad de gente había quienes tenían alguna experiencia y también quienes solo sabíamos apretar el disparador de fotos del celular.
Nuestras experiencias sucedieron en distintos espacios geográficos de nuestro territorio chilote: en el Parque Nacional Chiloé, en el humedal de Gamboa en Castro y en el entorno y salas de la Biblioteca Municipal de Castro.
En esa primavera, en que realizamos el taller, nos tocó un tiempo frío, con viento, granizo, sol, lluvia, chubasco y temporal. Un tiempo atmosférico que variaba de instante a instante, como es habitual en el clima de nuestro Chiloé. Condiciones que no fueron obstáculo para realizar nuestros objetivos, al contrario, pudimos aprender más de estas experiencias.
¿Qué nos llevamos?
Con emoción, les contamos de nuestros sentimientos de gratitud a dos bellísimos profesionales y personas. Nos referimos a nuestros facilitadores Ana y Pep de TRASFOCO quienes, a través de un trabajo colectivo y participativo, de su experiencia, conocimientos, técnicas y habilidades nos hicieron sentir y apreciar aún más la Fotografía. Nos permitieron dialogar entre muchas miradas a través de un lente.
Pero más aún lograron traspasar a nuestros corazones y mentes enseñanzas fundamentales, pues además de equiparnos y enseñarnos técnicas, nos hicieron sentir la importancia del cumplimiento de nuestra elección de la FOTOGRAFÍA DE PAISAJES que deseamos obtener. La cual se logra con paciencia, constancia, programación, preparación, implementación, prevención y más habilidades que son necesario desplegar y poner en práctica. Además, tomando en cuenta el lugar, los cambios atmosféricos y la primera compañera infaltable y prioritaria para nuestra labor que es justa y necesaria: llamada LUZ.
Todos estos esfuerzos compartidos en grupo plasman nuestra naturaleza y cultura en imágenes de instantes elegidos, que trasmitan su hermosura y valor, a veces …. pensando en la trascendencia de la fotografía como un documento histórico – comunicacional, pero al mismo tiempo buscar el toque artístico, que mueva o provoque emociones o sentimientos al observador u observadora.
Gracias a este aprendizaje, quedamos más sensibles para apreciar, respetar, difundir y mostrar a través de la fotografía la relación que existe entre la naturaleza y la cultura en nuestro Archipiélago, lo que somos como paisaje cultural.
Nos llevamos una variante artística: la técnica pictorialista. Novedosa para todo el grupo, y a lo mejor también para ustedes. Es una forma especial de fotografiar en que la luz danza impulsada por el sentir del autor o autora, dándole autenticidad, particularidad y mucha libertad en su trabajo. Esto nos hizo sentir que “pintábamos con la luz” las imágenes de Chiloé.
Todo nuestro trabajo fue una co-creación que vivimos a través del trabajo colectivo y participativo.
Nadie de nosotros y nosotras puede decir “esta foto es mía”, sino decir con fuerza, entusiasmo, emoción, gratitud y alegres recuerdos y chascarros:
«Estas fotos artísticas las hicimos con el aporte de todas las personas del grupo, a través de nuestros acuerdos, usando nuestras fortalezas y venciendo debilidades en solidaridad. Es nuestro sentir y conocimiento grupal facilitado con mucha dedicación y delicadeza por Ana y Pep, instándonos a estar presentes en el “aquí y ahora” durante todo nuestro proceso artístico creativo.
Pero tal cual fue el motivo de TRASFOCO al elegirnos por nuestro compromiso social y cultural, es que tenemos AHORA la tarea innegable de llevar la fotografía a corto o mediano plazo en nuestras comunidades en donde nos desempeñamos, y aportar con nuestro granito de arena donde habitemos en el archipiélago de Chiloé.
¿A quiénes agradecemos?
-Al Fondo Nacional de Desarrollo Cultural, del Ministerio de Las Culturas, Las Artes y el Patrimonio, que aprobó el proyecto presentado para Chiloé por la Escuela Itinerante Trasfoco.
A CONAF, al Parque Nacional Chiloé, sector Chanquin y a sus trabajadores y trabajadoras, por su excelente disposición. Nos sentimos acogidos y acogidas. Hubo buen trato, sonrisas, orientación y el ¡cálido fueguito! Permítannos como grupo agradecer especialmente a nuestro compañero de taller y guardaparque de CONAF Jorge Panichini, a quien pudimos ver cumpliendo en armonía ambos roles.
A la Biblioteca Municipal de Castro. Allí nos acompañó Rodrigo funcionario de la biblioteca, destacamos su amabilidad y puntualidad. Quien con paciencia y constancia mantuvo siempre la combustión lenta a todo dar.
Agradecemos también, a la Escuela Itinerante Trasfoco por el excelente enfoque de su proyecto para Chiloé, por su organización, calidad de sus integrantes y equipamiento.